Cola para pagar impuestos,cola para cobrar la jubilación, para gestiones de obra social,para el Registro Civil,para renovar las patentes...., y la lista es practicamente inagotable. Si vd.tiene veinte años, y está aguardando su turno en una cola kilométrica, cuando la demora ya pasa de una hora, se siente como brioso y reprimido potrillo pronto a dispararse, y provocar una estampida general.
En cambio si vd. tiene mas de sesenta años, lo que es más frecuente por tratarse de edad jubilatoria, al cabo de la fatal demora si padece reuma o artrosis, comenzará a experimentar como si le clavaran agujas en el lugar afectado, y su mirada buscará, como la de quién se está ahogando, un asiento para aliviar su malestar, con el riesgo de perder su posición en la cola.
Esto de las colas, es un tema que trae cola, porque se ha convertido en un síntoma de las carácteristicas que signan la vida contemporánea, ya que es una metáfora de las frustaciones, que padecemos en la sociedad supercivilizada. En las colas podemos advertir que los que van llegando, y se incorporan al notar la extensión, experimentan reacciones hepáticas que aparecen en su rostro, mientras, que los que van arribando a la meta sienten un alivio, un desahogo, remedio que probablemente experimentan los que llegan al paraiso.
¿ Cuántos recursos despliegan los participantes de la cola, para que el tiempo de espera se le haga corto ?. Confidencias, comentarios sobre el clima, maldiciones al gobierno, los últimos asaltos, las recetas de cocina, las enfermedades y los remedios que se utilizan, el temor a ser asaltados en el lugar que están, etc... Pero nada logran un resultado cabal para acortar la espera, y aunque parezca mentira, por fin aparece a la vista el cajero, que nos resulta simpático, aunque tenga la fisonomía de drácula, transfigurado del mismo modo que si una luz celestial lo hubiera tocado ya ahora fuera el custodio de las puertas del cielo.
Es que las colas nos remiten a esa espera constante que es nuestra vida. Una obra teatral contemporánea trata sobre la constante espera frustrante, y también es el tema de las obras de
Kafka. Directamente Samuel Becket, en Esperando a Godot, plantea la espera de un redentor que no llegará jamás. Digamos entonces, en las colas de nuestra realidad cotidiana, aunque molestas, Godot llega y es el cajero que no nos sonría nos salva de una definitiva frustación.
A pesar de que Kafka, insista con su pesimismo, nuestras colas no serán en vano. Al fin, con veinte o sesenta años o más, con rfeuma, o sin él, habremos llegado a Godot, y entonces si asumimos, lo que esto significa comprenderemos, que n o hay sufrimiento estéril, y que después de toda la burocracia de las colas, no pueden esfumar la siempre viva esperanza humana.
Juan - Santa Fe, 20 de Mayo de 2009.
jueves, 21 de mayo de 2009
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